
Hace unos días leí un artículo en La Nación escrito por el coordinador del movimiento “Yo firmo por Alvear”, quien me imagino debe pertenecer al núcleo de la DC, supongo esto por su cargo. Si esto no es así, ruego disculpar la falta de rigurosidad en este y solamente este asunto. Por que para hablar en forma pública es necesario apegarse en todo momento a la validez del discurso, aunque nosotros preferimos apegarnos la Verdad de lo expresado. Sin embargo esto de la Verdad no podemos exigirlo a todos nuestros interlocutores, pues no todos somos iguales. Pero al menos deberían tener la suficiente capacidad mental como para no contradecirse entre sus palabras y sus acciones.
Ahora bien ¿Por qué todo este rodeo?
En el mencionado artículo, me llamaron profundamente la atención las siguientes palabras: “el humanismo cristiano, como corriente filosófica y política capaz de encauzar el camino de una sociedad relativizada en lo moral, en lo valórico y en la consideración de la persona humana, debe ocupar en este pasaje de la historia el Poder Ejecutivo”
¿Qué tienen estas palabras que han motivado estas mías?
Tienen una doble lectura, no sé cuál más peligrosa que la otra, ni cuál ámbito más cercano.
En primer lugar, no es verdad que el humanismo cristiano pueda ser catalogado rigurosamente con el rótulo de filosofía. Sí tal vez como corriente política, pero de ningún modo filosófica. Y esto simplemente por que la filosofía se mueve en el ámbito de las certezas y verdades, La Filosofía, madre de las ciencias, al igual que estas, no puede establecer conclusiones basadas en supuestos y el cristianismo es una doctrina espiritual basada en la fe, la cual necesariamente significa una creencia, un supuesto.
Si todo demócrata cristiano fuera un cristo encarnado, yo sería el primer personaje en promover un “reino” gobernado por ellos. Pero como esto no es así, NO quiero que por ningún motivo el humanismo cristiano logre el poder ejecutivo de nuestro país.
La segunda lectura, más cercana en lo tangible, se me hizo visible hoy cuando leí un artículo en El Mercurio en donde se afirma que los diputados que no aprobaron la iniciativa oficialista, no podrán repostular a su cargo bajo el alero de la DC. Por haber ejercido su derecho fundamental a votar de acuerdo a su propia conciencia hay unos que están pidiendo su salida y Soledad Alvear desmereció hondamente la presencia de ese tipo de militantes en sus filas.
Yo NO quiero que una colectividad que promueve la democracia y la libertad de conciencia pero que reacciona de modo tiránico ante quienes ejercen su derecho de pensar distinto ejerza el liderazgo de mi amado Chile.
Se hace patente este modo de hacer política en el mencionado artículo. Si se lee, se hará más patente lo que digo. Al principio del artículo se rememora con ansia aquellos tiempos en que la DC era un “imperio” político y se llama a reconstruir aquello, tarea utópica pero realizable. Es decir, la Democracia Cristiana al mando de un imperio político para nada democrático.
Yo NO quiero que una colectividad así nos gobierne. Una colectividad que piensa antes en el estar al mando del buque antes que para donde debe dirigirlo y muy alejada del cómo hacerlo
Insisto, yo NO quiero.
Y para terminar, les dejo unas palabras del señor Lagos Weber respecto al actual problema de la DC y el Transantiago, las cuales por ahora no comentaré:
"El Gobierno lamenta el resultado que hubo en la Cámara de Diputados. Poner una partida de mil pesos es no sólo rebajar la partida, sino que también rebajar la importancia que tiene, lo que es incomprensible para la gran mayoría de los chilenos", afirmó el ministro portavoz, Ricardo Lagos Weber. A renglón seguido, señaló que la administración esperaba "mayor coherencia y lealtad hacia la propuesta presupuestaria que hizo el Gobierno" de los parlamentarios elegidos en la fórmula de la Concertación.
Fernando Ansieta
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